domingo, julio 19
Seguir adelante: cuando las fuerzas nos fallan, y nos sentimos solos.
Las fuerzas, a veces nos fallan.
Por eso las palabras de ánimo y el apoyo de aquellos que quieres, como sucede con los abrazos, nunca son demasiadas.
Yo peco de necesitar más de lo normal, y de aparentar necesitar menos de lo normal.
Estoy de "vacaciones", habiendo terminado por fin mis exámenes de junio-julio y con algo de tiempo libre. Sin embargo, el tiempo libre es poco y las "vacaciones" sólo son "vacaciones" porque no tengo horarios para ponerme a estudiar.
Y es que, pilladísimos, me salió bien mi plan: gracias a las asignaturas que me dejé en Junio he podido sacar notas bastante satisfactorias en aquellas a las que me presenté, pero ahora tengo que pasarme todo el verano estudiándome las que no hice. Y no contenta con eso, también estoy traduciendo todos los días ebooks que luego se pondrán a la venta (suerte que veré algo de los beneficios, porque el trabajito LO MERECE ¬¬), de forma que quedan 6 semanas para estudiarme un libro de 600 y pico páginas, otro de 350 y otro de 500-no-se-que que todavía no me he sacado de la biblioteca. Así que puedo decir que estoy entretenida.
En mi Piso de Estudiantes Universitarias llegó un momento en el que se acabó el buen rollito y sólo era como una casa distinta en la que estudiar.
Saturada, venía a mi pueblo para lavarme la ropa y llevarme comida, y luego me iba allí para seguir estudiando sin parar.
Al principio lo llevaba bien, no me costaba trabajo tener los informes listos para la fecha indicada y tuve fuerzas para estudiarme con empeño todos los exámenes. Cuando terminó la primera época de exámenes en febrero, me había saturado tanto que sólo quería descansar. El problema es que no podía, y el trabajo que me pedían era el doble. Así que llegó un momento en que sólo quería pasar de todo, agobiada y asqueada de que estuviera donde estuviera, en mi pueblo o en la universidad, con mis amigos o con mi novio, con mis compañeras de piso o sola, siempre tuviera que hacer lo mismo: estudiar, estudiar, y estudiar.
Por ello es que una noche que me quedé sola tiré los libros al suelo y saqué los papeles del último trabajo que había hecho y que ya estaba corregido, y comencé a escribir en todos los folios por detrás. Empecé a escribir lo que necesitaba que alguien me dijera y nadie me decía, lo que necesitaba que alguien me gritase, que alguien me hiciese que me lo creyera y tuviera fe en mi para sacar fuerzas y pensar que el ritmo de esta nueva vida tan ajetreada no iba a poder conmigo.
Lo cierto es que en esas cosas que escribí, para tratar de creérmelas todavía más, las imaginaba de boca de alguien. Algunas eran sencillas, podía imaginarme a cierta persona/s diciéndomelas con una sonrisa en los labios, pero había otras que no oía nunca y que no se me ocurría que alguien me las fuera a decir nunca. Así que me imaginaba a un doble de mí y me las decía a mí misma. Miraba a la otra Davinia en la habitación desde mi cama en la que estaba sentada, que se apoyaba en mi escritorio, cruzaba los brazos y me miraba con toda la confianza que yo necesito, y me decía lo que necesitaba oír.
Y yo, ante esa imagen irreal, me sentí mejor y me hice amiga de ella. Me hice amiga de mí misma.
... pero no era suficiente. Necesitaba oírlo más, necesitaba que alguien me lo dijera más, siempre que las viera tenía que ver a esa persona diciéndome lo que necesitaba oír porque sabía que si no, no saldría adelante y todo mi trabajo lo habría tirado a la basura.
Y, para tenerlas siempre presentes, no me conformé con que se quedaran escritas en simples folios.
Cogí unas tijeras, las recorté, y las pegué una a una en mi pared, alrededor de una planta que había cogido un día en un paseo y que pegué para que se secara en la pared. Convertí la pared de mi escritorio en mi mundo interior, en el mundo que yo necesitaba, y pegué todo aquello que me llenaba alrededor de aquellas hojas fuxias, de un tono apasionado que ni siquiera se había perdido ni al secarse. Yo era aquellas hojas, y lo que me rodeaba, era mi mundo ideal: un mundo donde sólo hay positivismo, y las fuerzas se sacan de cualquier rincón sobre el que poses tu vista.
De esta forma, mi pared quedó en esto:
Así, cuando me sentase a hacer algo, levantaría la cabeza y lo primero que vería sería el amor, lo que más me llena de todo, unas palabras que sí sé se qué boca salen, y que me hacen sonreír siempre que las oigo:
Después sólo había que seguir levantando la vista y mirar a los lados.
A la izquierda, sentimientos, el ánimo surgido de alguien a quien no puedes fallar.
A la derecha, la fuerza. El ánimo surgido de la propia fe interor.
Y arriba, lo más importante: seguir adelante, el fin último de aquella metáfora de mi vida.
Tal vez parezca estúpido pensar y sentir tanto por simples palabras, tal vez parezca una paranoia creer que una flor soy yo y que mi vida se centra en esos mensajes, tal vez parezca estúpido creer que poner cuatro frases en una pared me va a ayudar algo. Tal vez.
Pero, si veía a quién me las decía, sí que me servían. Y por si acaso no podía ver a nadie, mi amiga Davinia siempre volvía y me transmitía su seguridad con la mirada, repitiéndome todo lo que hiciera falta en cualquier momento.
He pasado mucho tiempo mirando esa pared... y, gracias a eso, ahora soy un poco más fuerte.
He dejado ese piso, ahora el año que viene viviré en otro lugar donde estaré más a gusto. Si fuera necesario, tendría que volver a hacerlo. Aunque lo que me gustaría de verdad es oírlo de verdad de otras personas. No tengo que olvidar esas frases porque, por suerte, se pueden aplicar a cualquier tipo de problemas.
Como ya he dicho, yo peco de necesitar más cariño, apoyo y ánimo de lo normal, y de aparentar necesitar menos de lo normal.
Por eso las palabras de ánimo y el apoyo de aquellos que quieres, como sucede con los abrazos, nunca son demasiadas.
Yo peco de necesitar más de lo normal, y de aparentar necesitar menos de lo normal.
Estoy de "vacaciones", habiendo terminado por fin mis exámenes de junio-julio y con algo de tiempo libre. Sin embargo, el tiempo libre es poco y las "vacaciones" sólo son "vacaciones" porque no tengo horarios para ponerme a estudiar.
Y es que, pilladísimos, me salió bien mi plan: gracias a las asignaturas que me dejé en Junio he podido sacar notas bastante satisfactorias en aquellas a las que me presenté, pero ahora tengo que pasarme todo el verano estudiándome las que no hice. Y no contenta con eso, también estoy traduciendo todos los días ebooks que luego se pondrán a la venta (suerte que veré algo de los beneficios, porque el trabajito LO MERECE ¬¬), de forma que quedan 6 semanas para estudiarme un libro de 600 y pico páginas, otro de 350 y otro de 500-no-se-que que todavía no me he sacado de la biblioteca. Así que puedo decir que estoy entretenida.
En mi Piso de Estudiantes Universitarias llegó un momento en el que se acabó el buen rollito y sólo era como una casa distinta en la que estudiar.
Saturada, venía a mi pueblo para lavarme la ropa y llevarme comida, y luego me iba allí para seguir estudiando sin parar.
Al principio lo llevaba bien, no me costaba trabajo tener los informes listos para la fecha indicada y tuve fuerzas para estudiarme con empeño todos los exámenes. Cuando terminó la primera época de exámenes en febrero, me había saturado tanto que sólo quería descansar. El problema es que no podía, y el trabajo que me pedían era el doble. Así que llegó un momento en que sólo quería pasar de todo, agobiada y asqueada de que estuviera donde estuviera, en mi pueblo o en la universidad, con mis amigos o con mi novio, con mis compañeras de piso o sola, siempre tuviera que hacer lo mismo: estudiar, estudiar, y estudiar.
Por ello es que una noche que me quedé sola tiré los libros al suelo y saqué los papeles del último trabajo que había hecho y que ya estaba corregido, y comencé a escribir en todos los folios por detrás. Empecé a escribir lo que necesitaba que alguien me dijera y nadie me decía, lo que necesitaba que alguien me gritase, que alguien me hiciese que me lo creyera y tuviera fe en mi para sacar fuerzas y pensar que el ritmo de esta nueva vida tan ajetreada no iba a poder conmigo.
Lo cierto es que en esas cosas que escribí, para tratar de creérmelas todavía más, las imaginaba de boca de alguien. Algunas eran sencillas, podía imaginarme a cierta persona/s diciéndomelas con una sonrisa en los labios, pero había otras que no oía nunca y que no se me ocurría que alguien me las fuera a decir nunca. Así que me imaginaba a un doble de mí y me las decía a mí misma. Miraba a la otra Davinia en la habitación desde mi cama en la que estaba sentada, que se apoyaba en mi escritorio, cruzaba los brazos y me miraba con toda la confianza que yo necesito, y me decía lo que necesitaba oír.
Y yo, ante esa imagen irreal, me sentí mejor y me hice amiga de ella. Me hice amiga de mí misma.
... pero no era suficiente. Necesitaba oírlo más, necesitaba que alguien me lo dijera más, siempre que las viera tenía que ver a esa persona diciéndome lo que necesitaba oír porque sabía que si no, no saldría adelante y todo mi trabajo lo habría tirado a la basura.
Y, para tenerlas siempre presentes, no me conformé con que se quedaran escritas en simples folios.
Cogí unas tijeras, las recorté, y las pegué una a una en mi pared, alrededor de una planta que había cogido un día en un paseo y que pegué para que se secara en la pared. Convertí la pared de mi escritorio en mi mundo interior, en el mundo que yo necesitaba, y pegué todo aquello que me llenaba alrededor de aquellas hojas fuxias, de un tono apasionado que ni siquiera se había perdido ni al secarse. Yo era aquellas hojas, y lo que me rodeaba, era mi mundo ideal: un mundo donde sólo hay positivismo, y las fuerzas se sacan de cualquier rincón sobre el que poses tu vista.
De esta forma, mi pared quedó en esto:
Así, cuando me sentase a hacer algo, levantaría la cabeza y lo primero que vería sería el amor, lo que más me llena de todo, unas palabras que sí sé se qué boca salen, y que me hacen sonreír siempre que las oigo:
Después sólo había que seguir levantando la vista y mirar a los lados.
A la izquierda, sentimientos, el ánimo surgido de alguien a quien no puedes fallar.
A la derecha, la fuerza. El ánimo surgido de la propia fe interor.
Y arriba, lo más importante: seguir adelante, el fin último de aquella metáfora de mi vida.
Tal vez parezca estúpido pensar y sentir tanto por simples palabras, tal vez parezca una paranoia creer que una flor soy yo y que mi vida se centra en esos mensajes, tal vez parezca estúpido creer que poner cuatro frases en una pared me va a ayudar algo. Tal vez.
Pero, si veía a quién me las decía, sí que me servían. Y por si acaso no podía ver a nadie, mi amiga Davinia siempre volvía y me transmitía su seguridad con la mirada, repitiéndome todo lo que hiciera falta en cualquier momento.
He pasado mucho tiempo mirando esa pared... y, gracias a eso, ahora soy un poco más fuerte.
He dejado ese piso, ahora el año que viene viviré en otro lugar donde estaré más a gusto. Si fuera necesario, tendría que volver a hacerlo. Aunque lo que me gustaría de verdad es oírlo de verdad de otras personas. No tengo que olvidar esas frases porque, por suerte, se pueden aplicar a cualquier tipo de problemas.
Como ya he dicho, yo peco de necesitar más cariño, apoyo y ánimo de lo normal, y de aparentar necesitar menos de lo normal.
Más en: Días de mi vida, Ente sin sentido, Vida universitaria y pilladeras del día a día
8 pilladísimos han opinado sobre esta chorrada.:
Pues a mi no me ha ido nada mal cuarto de eso... con una media de 9.35 y 5 matrículas de honor, parece fácil, pero no te puedes hacer la idea de lo dificil que se me hace decirlo a la cara. la gente te mira con rabia. Ademas, como yo no soy de salir, los que si lo son me tienen más rabia porque no salgo. Es que soy un incomprendido...
A veces necesitamos que la gente nos diga cosas para poder aguantar. Yo me he sentido así muchas veces. Días en que todo te sale mal y que solo necesitas que alguien te abraze, o te diga: vamos, tu puedes. O que te sonría... A veces alguien lee lo que piden tus ojos, y a veces no. Cuando eso ocurre... no va nada mal tener una pared o un "miniyo" que te lo diga. Yo, por las noches, los días en que ya no podía más, antes de dormirme imaginava que alguien me susurraba todo lo que podía sentir. Me sentía mucho mejor cuando me repetía esas palabras para mi misma.
Supongo que habrá gente que te mirará raro por tener una pared llena de frases que te dices tu misma, pero yo lo veo muy bien, si eso te ayuda a seguir adelante. Cada uno hace lo que puede. Yo también me cuelgo cosas en la pared que me ayuden a soportar aquello que no me gusta. Pongo fotografías, citas de libros, postales, dibujos que me han regalado... así, me levanto por la mañana, o levanto la vista cuando estoy harta de todo, y descubro que hay cosas que aún valen la pena, que hay alguien que aún piensa en mi, o que aún me quedan fuerzas para seguir adelante. Es una gran forma de aguantar lo que la vida pone sobre nuestros hombros.
En fin, que me estoy enrollando mucho x) Espero que estés mejor. I que encuentres tiempo para descansar =)
Un saludo!
Aida
Lo primero de todo, te felicito por haber conseguido aprobar todo lo que te propusiste, y con nota. Yo aprobé algunas que no esperaba y suspendí otras que creía seguras, por lo que creo que estoy en paz. XD
Sé como has estado este año en tu piso, y no me cabe la menor duda de que el próximo curso estar en tu piso será algo completamente diferente para ti.
Sobre los recortes, bueno, ya te he dicho varias veces lo que pienso. Que son fantásticos, me parece una idea genial, muy útil (porque te ayuda) y muy tú. ^_^
Yo también lo hubiera hecho si en la habitación donde estaba tuviese más intimidad, pero como no pues me daba vergüenza ponerlo...
En fin, que me alegro mucho de como te van las cosas, pese a todo lo sufrido. Poco a poco todo irá resultando más fácil, ya que estos últimos tiempos han sido época de cambios constantes. Confío en ello, aunque más confío en ti.
Te quiero, princesa.
Cariño... a mi tu idea me parece INMEJORABLE, es como poner en una pared la fuerza que llevas dentro y que te empuja a seguir adelante a cualquier precio, la misma que te hace sobreponerte cuando todo parece que está perdido, esa "agresividad" vital que te hace crecer y ser más fuerte...
Por otra parte, no tienes ni idea de todos los ratos que me he pasado yo también mirando esas frases... algunas, más que otras, y del ánimo que me han dado, aunque sabía que no eran para mí.
Me encantó ese gesto tuyo, porque en cierto modo me recuerdas a un fénix: saturado, agonizante, al límite...
lo más fácil es rendirse, tirarse sobre la cama y llorar enfadada con el mundo, pero armarte de valor, sacar fuerzas de donde no las hay y pegarle una patada en el culo a lo que más daño te está haciendo me hace admirarte muchísimo ^^
Sigue así, y si vuelves a necesitarlo vuelve a hacerlo, que son trocitos de tí y por lo tanto hay que quererlos.
amm pues ellos ya lo han dicho todo ;D te quiero pekeña Cantoy sige adelante... Un fuerte abrazo y un beso grande.
Jamas :D te rindas Jamas
Sabes, no creo que deberías decir que pecas por necesitar más cariño, ánimo y apoyo de lo normal. Creo que en una buena medida, te entiendo, y mucho.
Supongo que es parte de ser un Ser Humano, porque valoramos más las cosas que realmente nos gustaría que el resto nos dijera, en vez de lo que comunmente nos dicen.
No creo que estés equivocada, ni mucho menos loca por buscar esta forma de darte ánimos y continuar; salir adelante siempre es una opción para la cual los medios no están determinados.
"Yo te apoyo, no te rindas, falta poco"... son las frases comunes que gente a tu alrededor puede decirte, pero si tu no crees en ti misma ni en esas palabras, puede que no tengan el efecto deseado. En verdad, te admiro por sacar tanta fortaleza de algo tan simple :)
Disfruta tus vacaciones, que el tiempo se hace corto. En realidad, uno no siempre puede pasarse toda la vida estudiando, siempre hay que tener tiempo para algo más... lo dice alguien que acaba de suspender el semestre -.-
En fin, saludos, cuídate mucho y siempre cree en esas palabas; no porque sientas que necesitas oirlas de alguien más, si no, porque todas ellas te las has ganado con justa razón, y mereces que alguien reconozca tu esfuerzo :D
Ola
buena entradaa me dejo penzando
y si
las personas orgullosas no demuestran su devilidad que es la falta de cariño... yo suelo ser muy orgulloso cosa que me ha traido mas cosas malas que buenaas,
a lo largo de mi vida e aprendido que la fuerza mas grande es la conviccion, aparte del amor
cuando uno era debii pero persistente, con el querer de poder, lo que sea pudo lograr, lo que lo hace algo mas que fuertee, lo hace especiaal y lo dota de sabiduria.
saludos
akela.panthea
http://akelapanthea.wordpress.com/
Hola ^_^,la verdad yo he hecho lo mismo cuando estaba en secundaria y realmente me funciono,pero deje de hacerlo al estar en la universidad...(no se realmente porque)pero lo volvere a intentar.Gracias me has animado el dia..atte ceci (PERÚ)
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