martes, diciembre 2
La niña que soñaba.
*Reproducir mientras se lee.
Lo escuchaba mientras escribía.
.
Ya no soy egoísta gracias a ti.
Gracias, Javi, por estar siempre ahí.
Lo escuchaba mientras escribía.
... Como una niña enamorada de sus sueños, sigo y sigo buscando el caminito.
Me gusta caminar descalza, sentir la tierra húmeda y clara a mis pies, me imagino que estoy en el país de Oz y que pronto se convertirá en baldosines...
Continúo por mi caminito, a veces dando saltos y otras moviéndome muy despacio, cerrando los ojos, sintiendo el aire que me acaricia, soñando... me gusta sentir la brisa en mis pómulos, sentir mi cara que la sé sonrosada y elevar el cuello hasta dirigirla hacia arriba y notar la luz del sol afuera de mis párpados, sobre mí, que se calientan tibiamente con lentitud y suavidad...
Me paro, y extiendo mis brazos.
Quiero sentir la vida en mí. Quiero que venga volando con la brisa, que se tope conmigo y que se adhiera a mí, quiero sonreír, ser feliz, abrir mis labios como no lo he hecho nunca y despegar luego mis dientes, para reírme, reírme, reírme sin parar...!
¿Crees que podré?
Llevo un sombrero de paja, de ala muy ancha, típico de esos lugares de gente sencilla y mujeres antiguas que mostraban su estatus social con enomes pamelas... sólo que la mía es de paja, y está un poco estropeada por los filos.
Pero a mí me gusta, porque me parece muy bonita, aunque los demás digan que es fea.
Me gusta que, cuando me he parado, el viento la ha separado de mi cabeza. Mi pelo se ha quedado suelto, está muy largo, se me va a enmarañar, y de pensar que es tan libre y que no lo voy a tener que peinar, quiero volver a sonreír: mi pelo está libre. ¡Él es feliz!
Se ve rojizo oscuro con la luz de la vida, se ve como el flequillo me azota la cara con ilusión, se ve cómo mi liso se va enredando cada vez más... ay, vida, ¿es que estás llegando ya?
No me quiero mover más.
Quiero quedarme aquí, sentir si llega la felicidad, seguir sintiendo esas caricias, seguir sintiendo ese amor, esa libertad...
...y bajo mi rostro, buscando la mirada del suelo de arena fina que piso. Todavía no quiero abrir los ojos. Todavía no ha tenido tiempo de convertirse en adoquines. ¿Dónde está la magia? ¿Estará llegando ya?
Llevo un vestido blanco, siempre con mi vestido blanco. Pero esta vez soy una niña, y el vestido es más pequeñito. Me llega un poquito más abajo de las rodillas, es de tirantes finitos, y lo mejor de todo... de seda celestial.
La seda es preciosa.
La seda es amor, la seda es vida, la seda blanca te acaricia y te ama con cada roce que siente tu piel, la seda vuela como el aire la levanta, la seda ríe, se eleva sobre mis rodillas y deja respirar a mi piel... ¿La seda me quiere?
Con las manos en el pecho y mi cabeza gacha, todavía no he llegado a sonreír. Vida, ¿dónde estás? ¿Todavía no vas a llegar? ¿Serán ya de oro los adoquines del suelo? ¿Estará la magia a punto de aparcar? Seguro que viene cogida de la mano, unida a la vida. Seguro que son bellas, seguro que son la misma... seguro que cuando las vea, me ilusionaré.
Y levanto despacio mi cabeza, elevo mi mirada y vuelvo a situarme en mi caminito de sueños: miro al horizonte, entre los árboles llenos de vida, verdes y dulces de este bosque se vislumbra el cielo azul, que es más grande si miro hacia arriba, y arriba está el sol, ese sol enorme, iluminado... rebosante de vida. La brisa me sigue acariciando, siento que me trae amor, la tierra clara, que todavía no es adoquines, bailotea alrededor de mis pies descalzos, y mi sombrero... ¡ay, mi sombrero! ¿Dónde estará?
Y me di la vuelta, no lo vi por ninguna parte, volví a mirar al frente, seguía sin estar. ¿Se habría ido mi sombrero a vivir, ahora que ya era libre y no estaba posado en mí?
Levanté mis pies y no lo encontré, lo busqué, pero me había dejado. Mi sombrero ahora... seguro que era muy feliz. Tal vez mi vestido y mi pelo también se fueran si pudieran, pero estaban tan unidos a mí, tan aferrados a mi cabeza y a mi cuerpo, que no podrían vivir si yo no los dejaba ir, si yo no los soltase, si yo no los cortase, los separase de mí y les dijese "marchad, volad, sentíos libres: ¡eso es la felicidad!"
¿Debería dejarlos ir?
Decidí que sí. Y los amé, me desprendí de ellos y los dejé, para que se fuesen a vivir.
¿Pero dónde estaba la vida, que todavía no llegaba a mí?
Un poco más seria, sin mi vestido y sin mi pelo que me había cortado con una piedra, sin mi sombrero... yo no sentía la vida, yo no sentía la felicidad. Ahora sentía que no llegaría. Así que seguí caminando, sintiendo la brisa que ahora me resultaba fría, notando piedrecitas en la tierra fina que no se había convertido en adoquines, y con los árboles que soltaban las hojas a volar... ¿Vida, dónde estás? ¿Te desprendes de los árboles que estaban vivos y eran dulces? ¿Y el sol? ¿Por qué ya no brilla como antes? Magia, vuelve y hazle iluminar... ¡por favor! ¡Vida, no te vayas de mí! ¿Dónde estás?
Sentí que quería llorar. La vida que parecía que se acercaba me había dejado, no había llegado a sonreír, y había perdido a mis amigos que habían conocido la libertad... Me quedé parada, con frío, pensando si debía dar la vuelta y preguntándome a dónde iría a parar.
"No te quedes ahí" dijo alguien a mi lado. Me sorprendí, abrí mucho los ojos y miré a mi alrededor. Un poco de aire volvió a soplar, y vi a mi pelo volando, pasando justo junto a mí, para luego adelantarme y seguir adelante.
Y lo seguí. Iba muy rápido y tenía que correr para no perderlo. De repente dejé de verlo, y comencé a caminar despacio. Unos pequeños pasos después, encontré mi sombrero sobre mi vestido y mi cabello a la sombra de un árbol. Estaban justo a una cascada muy grande y bonita, donde los árboles volvían a tener vida y ser dulces, ya no perdían sus hojas y su color era más hermoso que nunca.
"¡Princesa!" dijo alguien a mis espaldas. Di un saltito sobresaltada y reconocí esa voz al instante. Me abrazó por detrás y rodeó mi pecho. Luego me dijo al oído, "¿quieres que nos demos un baño?".
¡Era él! ¡Había venido a verme!
Antes de responder, vi que mi pelo, mi vestido y mi sombrero seguían estando en mí: ¡había cerrado los ojos y me lo había imaginado todo!
Pero esto sí era real: estaba en la cascada, y él estaba a mi lado...
No pude hacer otra cosa más que sonreír. Le cogí la mano y nos fuimos a bañar, el agua estaba fresca, la brisa era maravillosa y desde que él había aparecido sentía una felicidad tan inmensa que por fin podía sonreír y reír.
Esto era la auténtica felicidad.
Era algo mágico.
Esto era la vida.
Cantnoy.
~~~~~~~~~
Las personas que nos quieren están siempre a nuestro lado. Cuando soñamos, están ahí. Cuando luchamos, están ahí. Y cuando necesitamos una mano amiga, también están ahí.
Si sabemos darnos cuenta de lo maravilloso de todo lo que tenemos en lugar de sentirnos mal por todo lo que no tenemos, seremos felices. En su lugar, debemos evitar ser unas personas egoístas que no se merecen lo que tienen porque no saben apreciarlo.
Aunque todo pueda ir muy mal, que nadie se rinda nunca. Por favor, siempre hay algo bueno para todos. Pero no hay que quedarse esperando... hay que seguir adelante, hasta encontrarlo.
Os lo dice una niña que dejó de estar de pie con los ojos cerrados para perseguir sus sueños aunque estuviera triste. Y, cuando los alcanzó, descubrió que siempre había tenido la magia y la vida que tanto buscaba.
Sólo necesitaba darse cuenta para ser feliz.
Ahora, me toca perseguir otros sueños.
Aunque ya he conseguido el más importante de todos.
Me gusta caminar descalza, sentir la tierra húmeda y clara a mis pies, me imagino que estoy en el país de Oz y que pronto se convertirá en baldosines...
Continúo por mi caminito, a veces dando saltos y otras moviéndome muy despacio, cerrando los ojos, sintiendo el aire que me acaricia, soñando... me gusta sentir la brisa en mis pómulos, sentir mi cara que la sé sonrosada y elevar el cuello hasta dirigirla hacia arriba y notar la luz del sol afuera de mis párpados, sobre mí, que se calientan tibiamente con lentitud y suavidad...
Me paro, y extiendo mis brazos.
Quiero sentir la vida en mí. Quiero que venga volando con la brisa, que se tope conmigo y que se adhiera a mí, quiero sonreír, ser feliz, abrir mis labios como no lo he hecho nunca y despegar luego mis dientes, para reírme, reírme, reírme sin parar...!
¿Crees que podré?
Llevo un sombrero de paja, de ala muy ancha, típico de esos lugares de gente sencilla y mujeres antiguas que mostraban su estatus social con enomes pamelas... sólo que la mía es de paja, y está un poco estropeada por los filos.
Pero a mí me gusta, porque me parece muy bonita, aunque los demás digan que es fea.
Me gusta que, cuando me he parado, el viento la ha separado de mi cabeza. Mi pelo se ha quedado suelto, está muy largo, se me va a enmarañar, y de pensar que es tan libre y que no lo voy a tener que peinar, quiero volver a sonreír: mi pelo está libre. ¡Él es feliz!
Se ve rojizo oscuro con la luz de la vida, se ve como el flequillo me azota la cara con ilusión, se ve cómo mi liso se va enredando cada vez más... ay, vida, ¿es que estás llegando ya?
No me quiero mover más.
Quiero quedarme aquí, sentir si llega la felicidad, seguir sintiendo esas caricias, seguir sintiendo ese amor, esa libertad...
...y bajo mi rostro, buscando la mirada del suelo de arena fina que piso. Todavía no quiero abrir los ojos. Todavía no ha tenido tiempo de convertirse en adoquines. ¿Dónde está la magia? ¿Estará llegando ya?
Llevo un vestido blanco, siempre con mi vestido blanco. Pero esta vez soy una niña, y el vestido es más pequeñito. Me llega un poquito más abajo de las rodillas, es de tirantes finitos, y lo mejor de todo... de seda celestial.
La seda es preciosa.
La seda es amor, la seda es vida, la seda blanca te acaricia y te ama con cada roce que siente tu piel, la seda vuela como el aire la levanta, la seda ríe, se eleva sobre mis rodillas y deja respirar a mi piel... ¿La seda me quiere?
Con las manos en el pecho y mi cabeza gacha, todavía no he llegado a sonreír. Vida, ¿dónde estás? ¿Todavía no vas a llegar? ¿Serán ya de oro los adoquines del suelo? ¿Estará la magia a punto de aparcar? Seguro que viene cogida de la mano, unida a la vida. Seguro que son bellas, seguro que son la misma... seguro que cuando las vea, me ilusionaré.
Y levanto despacio mi cabeza, elevo mi mirada y vuelvo a situarme en mi caminito de sueños: miro al horizonte, entre los árboles llenos de vida, verdes y dulces de este bosque se vislumbra el cielo azul, que es más grande si miro hacia arriba, y arriba está el sol, ese sol enorme, iluminado... rebosante de vida. La brisa me sigue acariciando, siento que me trae amor, la tierra clara, que todavía no es adoquines, bailotea alrededor de mis pies descalzos, y mi sombrero... ¡ay, mi sombrero! ¿Dónde estará?
Y me di la vuelta, no lo vi por ninguna parte, volví a mirar al frente, seguía sin estar. ¿Se habría ido mi sombrero a vivir, ahora que ya era libre y no estaba posado en mí?
Levanté mis pies y no lo encontré, lo busqué, pero me había dejado. Mi sombrero ahora... seguro que era muy feliz. Tal vez mi vestido y mi pelo también se fueran si pudieran, pero estaban tan unidos a mí, tan aferrados a mi cabeza y a mi cuerpo, que no podrían vivir si yo no los dejaba ir, si yo no los soltase, si yo no los cortase, los separase de mí y les dijese "marchad, volad, sentíos libres: ¡eso es la felicidad!"
¿Debería dejarlos ir?
Decidí que sí. Y los amé, me desprendí de ellos y los dejé, para que se fuesen a vivir.
¿Pero dónde estaba la vida, que todavía no llegaba a mí?
Un poco más seria, sin mi vestido y sin mi pelo que me había cortado con una piedra, sin mi sombrero... yo no sentía la vida, yo no sentía la felicidad. Ahora sentía que no llegaría. Así que seguí caminando, sintiendo la brisa que ahora me resultaba fría, notando piedrecitas en la tierra fina que no se había convertido en adoquines, y con los árboles que soltaban las hojas a volar... ¿Vida, dónde estás? ¿Te desprendes de los árboles que estaban vivos y eran dulces? ¿Y el sol? ¿Por qué ya no brilla como antes? Magia, vuelve y hazle iluminar... ¡por favor! ¡Vida, no te vayas de mí! ¿Dónde estás?
Sentí que quería llorar. La vida que parecía que se acercaba me había dejado, no había llegado a sonreír, y había perdido a mis amigos que habían conocido la libertad... Me quedé parada, con frío, pensando si debía dar la vuelta y preguntándome a dónde iría a parar.
"No te quedes ahí" dijo alguien a mi lado. Me sorprendí, abrí mucho los ojos y miré a mi alrededor. Un poco de aire volvió a soplar, y vi a mi pelo volando, pasando justo junto a mí, para luego adelantarme y seguir adelante.
Y lo seguí. Iba muy rápido y tenía que correr para no perderlo. De repente dejé de verlo, y comencé a caminar despacio. Unos pequeños pasos después, encontré mi sombrero sobre mi vestido y mi cabello a la sombra de un árbol. Estaban justo a una cascada muy grande y bonita, donde los árboles volvían a tener vida y ser dulces, ya no perdían sus hojas y su color era más hermoso que nunca.
"¡Princesa!" dijo alguien a mis espaldas. Di un saltito sobresaltada y reconocí esa voz al instante. Me abrazó por detrás y rodeó mi pecho. Luego me dijo al oído, "¿quieres que nos demos un baño?".
¡Era él! ¡Había venido a verme!
Antes de responder, vi que mi pelo, mi vestido y mi sombrero seguían estando en mí: ¡había cerrado los ojos y me lo había imaginado todo!
Pero esto sí era real: estaba en la cascada, y él estaba a mi lado...
No pude hacer otra cosa más que sonreír. Le cogí la mano y nos fuimos a bañar, el agua estaba fresca, la brisa era maravillosa y desde que él había aparecido sentía una felicidad tan inmensa que por fin podía sonreír y reír.
Esto era la auténtica felicidad.
Era algo mágico.
Esto era la vida.
Cantnoy.
~~~~~~~~~
Las personas que nos quieren están siempre a nuestro lado. Cuando soñamos, están ahí. Cuando luchamos, están ahí. Y cuando necesitamos una mano amiga, también están ahí.
Si sabemos darnos cuenta de lo maravilloso de todo lo que tenemos en lugar de sentirnos mal por todo lo que no tenemos, seremos felices. En su lugar, debemos evitar ser unas personas egoístas que no se merecen lo que tienen porque no saben apreciarlo.
Aunque todo pueda ir muy mal, que nadie se rinda nunca. Por favor, siempre hay algo bueno para todos. Pero no hay que quedarse esperando... hay que seguir adelante, hasta encontrarlo.
Os lo dice una niña que dejó de estar de pie con los ojos cerrados para perseguir sus sueños aunque estuviera triste. Y, cuando los alcanzó, descubrió que siempre había tenido la magia y la vida que tanto buscaba.
Sólo necesitaba darse cuenta para ser feliz.
Ahora, me toca perseguir otros sueños.
Aunque ya he conseguido el más importante de todos.
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Ya no soy egoísta gracias a ti.
Gracias, Javi, por estar siempre ahí.
Más en: Relatos sin sentido
1 pilladísimos han opinado sobre esta chorrada.:
^^
Me ha encantado.
La música hace la lectura muy especial y le da un efecto muy espiritual. Es el relato más bonito de todos los que has escrito. Además, no es un relato sin sentido como los de siempre: éste tiene principio y fin. Y me alegro muchísimo que tenga ese fin.
Luchar por otros sueños nos está costando, sobretodo a mí, ya sabes porqué. Pero gracias a tu apoyo constante he podido llevarlo y hoy es cuando realmente estoy notando el cambio. Bueno, en realidad empezó ayer. El caso es que ya no siento la brisa fría ni estoy parado esperando a que venga la solución por sí sola.
Si yo te ayudé a ti, tú lo estás haciendo ahora conmigo. Gracias.
Luchare por que seguamos siendo felices.
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