No sé si te has dado cuenta, pero estás leyendo a un muerto.

A lo mejor desde tu monitor inerte y sin vida tú sólo ves palabras. Pero, ¿cómo sabes lo que hay detrás? ¿Acaso tienes idea de quién ha podido escribirlas? Puede haber sido tu padre, tu madre, tu mejor amigo, alguien a quien no conoces de nada, o incluso tú mismo, en un arrebato sonambulista del que no has sido consciente.
Y ¿cómo sabes realmente de donde viene ese contenido? Todo esto no son más que patrañas o grandes verdades para uno mismo. Y tú te las crees. Si no, no leerías esto. Si no, no me prestarías atención. Si no, no estarías aquí, ahora, justo en este mismo momento, leyendo sobre pensamientos sin sentido en un blog absolutamente desconocido cuya mente escritora del mismo sólo es conocida por ella misma.

No sé si te has dado cuenta, pero estás leyendo a un muerto.

Has trabajado y has dudado. Has luchado, te has caído, te has rendido, o tal vez has seguido adelante.

Bien.
Muy bien.

Y todo eso, ¿qué?

¿Cómo te llamas? ¿Tienes identidad? ¿Y qué entiendes tú por identidad? Un DNI, tu propia persona, tu nombre... si no tienes identidad, ¿crees que eres alguien? ¿Tiene ese al que llaman Dios poder para darte lo que necesitas?
Felicidad.

Amor.

Odio.

Dinero.

Poder.

Llantos.

Muerte.

Nacimiento!

VIDA.

Dime, ¿hasta dónde quieres llegar, mi querido ente? ¿Vas a dejarte llevar, o prefieres tomarte unas vacaciones?
No sé si te lo he preguntado ya: ¿por qué estás en este blog, leyéndome a mí? ¿Acaso sabes realmente quien soy? ¿Sabes a quién lees? ¿Cómo sabes si me conoces realmente?
Tenemos una posición fija de la que no nos movemos, desde la cual observamos el mundo y analizamos. Unos actúan, otros se quedan ahí, y otros hacen lo que tienen que hacer.

Sin embargo, las palabras no son más que palabras. Los hechos son los que se cuentan... y los que cuentan.

No sé si te has dado cuenta, pero estás leyendo a un muerto. Algo sin vida: el resultado del tecleo de un alma humana cuyos pensamientos escapan a través de sus dedos. A lo mejor no lo entiendes, realmente no le ves sentido. O a lo mejor sabes de qué hablo y te sientes bien al comprenderlo.

Esto no es real.

Esto sólo son palabras.
Esto sólo son pensamientos.

Dime, caballero, bella dama, hasta dónde podrías llegar por lo que deseas.
Dime, caballero, bella dama, si realmente sientes que lees a otra persona o si te sientes mal al oír el lamento de un bebé desnudo en medio de una calle marginal. Dime lo que piensas, dime lo que crees, y yo te diré, siendo puras palabras como soy, sin valer para nada, lo que siente tu interior.

Una forma de expresarse como es la escritura no significa nada. Simplemente es eso, una forma de expresarse. Y una forma de expresarse como lo es la pintura, la música, el arte en general, tampoco significan nada. Es capaz de causar sensaciones arrolladoras en el espectador, es capaz de hacer sentir y de influir en el pensamiento de aquel ser que recibe ese arte, pero no puede, ni por asomo, cerrar las puertas para que otro ser se adentre en la persona.
Es exactamente al contrario: lo único para lo que sirve es para mostrar al mundo cuál es nuestra realidad. Con la expresión nos abrimos, nos mostramos poco a poco y de forma muy inconsciente tal y como somos. Hay una parte de nuestra alma en cada letra que escribimos, en cada trazo que pintamos, en cada nota que tocamos. Pero si tú, ser receptor, no puedes comprenderlo, de la misma forma que no comprendes tu identidad, lo que eres tú, y lo que quieres ser, entonces no estás realmente vivo.
Por dentro te encuentras vacío, aunque puede que te sientas muy vivo porque disfrutas de la vida, porque tienes suerte en lo que haces.
Pero en tu interior no hay nada.
Estás demasiado incluido en el mundo superficial y éste ha creado una capa a tu alrededor que te impide llenar tu interior. Y sin él no eres realmente tú, no eres nadie.

Ahora estás muerto.


...



No sé si te has dado cuenta, pero estás leyendo a un muerto.

La diferencia entre yo y los demás muertos es solamente una: voy a vivir, y no pararé hasta encontrar el sentido de mi vida.